Archivo mensual: abril 2013

Las teorías científicas no son falsables

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Cuando hablamos de ciencia y, sobre todo, si la comparamos con lo que llamamos pseudociencia, tarde o temprano termina apareciendo el concepto de falsabilidad. Sin embargo, pocas veces se usa, según nuestro punto de vista, con propiedad. En efecto, no es raro encontrar expresiones del estilo de “es que esta teoría científica es falsable” o “las pseudociencias no son falsables”. Y esto, amable lector, carece de sentido. Vamos a verlo.

Los orígenes 

El padre del falibilismo no fue otro que Charles Sanders Peirce. Peirce mantenía, simplificando mucho, que nuestros alegatos de conocimiento científico son invariablemente vulnerables y pueden resultar ser falsos. Desde su punto de vista no se puede afirmar que una teoría sea verdadera de forma categórica, sino tan sólo que tiene una cierta probabilidad de ser verdadera (en el sentido de que se corresponde con una realidad existente). [Véase Provisional y perfectible

Karl Popper basó buena parte de sus posiciones en filosofía de la ciencia en Peirce, dando un paso más, eso sí. Popper siempre sostuvo una posición de escepticismo à la Hume respecto al problema de la inducción, a resultas de la cual llegó a afirmar que era imposible verificar o confirmar una teoría científica universal con ningún grado de probabilidad. Pero eso sí, podemos falsarla, esto es, probar que es falsa. Un ejemplo puede sernos útil en este punto.

Si afirmamos que “todos los cuervos son negros”, para poder confirmar su veracidad tendríamos que encontrar y censar todos los cuervos que en el mundo son y verificar que, efectivamente, son negros. Algo que se nos antoja, si no estrictamente imposible, al menos muy complicado. Imaginemos ahora una afirmación que tenga que ver con la estructura de las estrellas tipo Sol: simplemente carecemos de los medios para poder verificar todas y cada una de ellas. Ahora bien, con que sólo encontremos un cuervo que no sea negro habremos probado que la afirmación, tal y como está formulada, es falsa. Es lo que los matemáticos llaman un contraejemplo y cuyo hallazgo juega un papel especialmente importante a la hora de dilucidar el paso a teoremas de las conjeturas cuando las demostraciones positivas se resisten. 

Vemos pues que la falsabilidad puede llegar donde no puede llegar la prueba positiva. Por tanto, para Popper la frontera entre ciencia y no-ciencia está en la forma en la que las teorías científicas hacen predicciones comprobables y son desechadas cuando no pasan esas comprobaciones.

Aunque lo pueda parecer de aquí no se desprende que las teorías científicas sean falsables, en el sentido de que la falsabilidad sea una de sus características definitorias.

 

Mantenella y no enmendalla 

Popper se preocupó de distinguir entre ciencia y pseudociencia. La segunda surgiría bien cuando aquellos que apoyan una teoría empírica rechazan pruebas en su contra o bien cuando una supuesta teoría no hace predicciones empíricas comprobables (incidentalmente, Popper da como ejemplo del primer caso el marxismo y como del segundo el psicoanálisis). Esta es una posición que es habitual encontrar hoy día y encierra el quid de la cuestión de qué es la falsabilidad en realidad. 

Pero no todo es tan evidente. Según esta distinción la llamada teoría de cuerdas, por ejemplo, es una pseudociencia. Lo que implica que debe haber algo más que la capacidad de predicción empírica comprobable si hemos de considerar una hipótesis como la teoría de cuerdas como perteneciente al ámbito de la ciencia, algo que pocos dudan [véase Leyes, teorías y modelos (II): Prescripción y descripción en ciencia]. Por consiguiente, si la falsabilidad debe ser un criterio para considerar una hipótesis como científica, y lo es, pero no así su capacidad de predicción empírica, entonces no es una característica de las hipótesis. 

Efectivamente, la falsabilidad no es una característica de las teorías científicas sino la actitud de una persona o grupo de personas con respecto a una determinada teoría. Si una persona está dispuesta a admitir que una teoría puede ser falsa y reconocer como válidas las pruebas que así lo demuestren entones diremos que esa persona trata a la teoría como falsable. Así, si yo creo que el universo entero fue creado para el hombre hace 6.000 años y no estoy dispuesto a admitir ninguna prueba de los contrario estoy tratando a mi “teoría de la creación” como no-falsable; pero si otra persona que mantiene esa misma teoría cambia de criterio por las pruebas que se le han presentado está tratando a la misma “teoría de la creación” como falsable. A lo largo de la historia muchos pioneros de la ciencia lo que han hecho ha sido precisamente esto, tratar la teoría de la creación recibida como falsable, frente a otros, mayoritarios muchas veces, que la trataban como no falsable. 

Por tanto, las teorías científicas no son falsables, son tratadas como tales. La falsabilidad, quede claro, es una actitud.

 

El problema de de la falsabilidad no es tan sencillo como pueda parecer y lleva a algunas consideraciones sobre la evolución de la ciencia muy interesantes que trataremos en una próxima anotación.

Sobre el autor: César Tomé López es divulgador científico y editor de Mapping Ignorance

Nota 1: Francis Villatoro alimenta el debate en su blog, reflexionando acerca de la teoría de cuerdas y haciéndose la pregunta de si tal teoría es ciencia o pseudociencia.

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Un descubrimiento crucial y una moraleja, por Juan Ignacio Pérez

Estructura del ADN

Estructura del ADN (foto de Wikimedia Commons)

LA Biología se fundamenta en tres grandes obras científicas. La primera de ellas, cronológicamente, es El origen de las especies, el ensayo de Charles Darwin de 1859 en el que formula la que hoy conocemos como «teoría de la evolución por selección natural». En su marco conceptual se entiende todo lo que sabemos acerca del funcionamiento y evolución de los seres vivos, incluidos los seres humanos. En 1865 el monje Gregor Mendel dio a conocer las leyes de la herencia en Experimentos sobre hibridación de plantas. Y la tercera, del 25 de abril de 1953, fue el artículo Estructura molecular de los ácidos nucleicos: una estructura del ácido desoxirribonucleico, de James D. Watson y Francis Crick, en el que se da a conocer la estructura del ADN. Este descubrimiento, cuyo sexagésimo aniversario ha tenido lugar el pasado jueves, permitió desentrañar el mecanismo molecular de la transmisión de los caracteres hereditarios, así como el modo en que esos caracteres se expresan a partir de la información contenida en el genoma. El trabajo de Watson y Crick ha tenido un impacto enorme sobre las ciencias biológicas desde el mismo momento de su publicación. Tiene importantísimas implicaciones teóricas. Permite entender los aspectos más íntimos de multitud de procesos biológicos y eso es fundamental para entender la naturaleza viva, -en sus detalles y en conjunto-, y también a nosotros mismos.

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La ausencia de un supresor tumoral podría producir esterilidad en ratones.

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Ya se conocía la función de la proteína p27 como supresor tumoral. Ahora se ha descubierto que podría estar relacionada con la esterilidad. La investigación sobre el papel de la proteína p27 realizada por un equipo internacional de investigadores de la Universidad del País Vasco, del Hospital Universitario Cruces e Instituto BioCruces y del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York, se acaba de publicar en la revista Human Reproduction. Esta revista, fundada por el premio Nobel Robert Edwards, es la de mayor prestigio mundial en reproducción asistida. Además, una figura del artículo ha sido elegida como portada del número de abril de dicha revista y es la que abre esta anotación.

En el trabajo, cuyo primer firmante es Jairo Pérez Sanz y cuya directora es la profesora Carmen de la Hoz Torres, ambos del Departamento de Biología Celular e Histología de la UPV/EHU, se investigó la razón de la infertilidad en hembras de ratón genéticamente modificadas que carecen del gen P27. Este gen fue descubierto por el profesor Andrew Koff, que ha participado en el proyecto.

Para ello se analizaron ovarios en ausencia de la proteína p27 mediante inmunohistoquímica e inmunofluorescencia y posterior análisis de imagen, tarea en la que tuvo una contribución relevante del profesor de la UPV/EHU Jon Arluzea Jauregizar.

La investigación demostró que la falta de la proteína p27 se asociaba con un mayor número ovocitos y un mayor número de folículos, las estructuras que contienen los ovocitos, en general, uno por folículo. En particular, se evidenció que los folículos con más de un ovocito, los denominados folículos multiovocíticos, son mucho más frecuentes en las hembras mutantes durante la etapa perinatal. La asociación aparentemente paradójica de folículos multiovocíticos e infertilidad puede explicarse por el hecho de que estos folículos sufren un rápido proceso de degeneración en los días posteriores al nacimiento de la cría.

Los investigadores también comprobaron que, en edad fértil, las hembras de ratón carentes de la proteína p27 presentan abundantes folículos en desarrollo, en particular, folículos secundarios con acumulación de líquido folicular, una morfología similar a la que presentan las mujeres con síndrome del ovario poliquístico. «Estos hallazgos abren una nueva vía al estudio de la esterilidad humana», afirma Roberto Matorras Weinig, profesor de la UPV/EHU y jefe de la Unidad de Reproducción Humana del Hospital de Cruces, quien también ha participado en esta investigación que ha sido financiada por becas del Gobierno Vasco y de la Fundación Jesús de Gangoiti.

Referencia:

J. Pérez-Sanz, J. Arluzea, R. Matorras, N. González-Santiago, J. Bilbao, N. Yeh, A. Barlas, Y. Romin, K. Manova-Todorova, A. Koff and C. de la Hoz ‘Increased number of multi-oocyte follicles (MOFs) in juvenile p27Kip1 mutant mice: potential role of granulosa cells’ Hum. Reprod. (2013) 28(4): 1023-1030 DOI:10.1093/humrep/des436

Edición realizada por César Tomé López a partir de materiales suministrados por UPV/EHU Komunikazioa 


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